Las mingas

Las mingas

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Del quechua mink’a,  ​ es una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario con fines de utilidad social o de carácter recíproco.

Las Mingas  es el tema que aborda  Félix Coluccio en un artículo aparecido en la Revista Folklore Nº 90 (23/3/1965) dentro de su sección “Fiestas , Costumbres y Ceremonias”-

Fue una práctica extendida en toda  América , sobre todo en la región  Andina, que en Argentina tal como comenta Félix Coluccio se fue perdiendo paulatinamente.

 

Las  Mingas como decíamos,   ese ancestral trabajo de colaboración fundamentalmente en el mundo rural, han sido mencionadas también en  varias canciones folklóricas:

 

Andrés Chazarreta en un fragmento de su  “Escondido” dice

En la fiesta de las mingas

escondido he de bailar

entre repique de bombos

las penas he de olvidar.

 

Salí lucero, salí salí

que te quiero ver

que aunque las nubes te tapen

salí si sabes querer.

En versión del Duo Coplanacu :

En Canto del peón envejecido dice Atahualpa Yupanqui:

 

Caminito del poblao

Solo voy de vez en cuando.

Ya no sirvo pa´l mingao

Pero siempre sirvo de algo.

Caminito del poblao.

Voy yendo…voy yendo

Y tal vez pensando.

Se puede escuchar completa en

Jorge Marziali mas recientemente evoca este particular sistema de trabajo comunitario y la obligada comida y fiesta posterior al fin de  la jornada .

Domingo de Minga

Canción

 

Dulce mate de alba

Despierta el día

Y en los valles los hombres

Van a la minga.

 

Vocecitas y risas

Llenan el campo

Donde han puesto semillas

Como jugando.

 

Este domingo es de minga

El sol ha abierto los ojos,

Qué lindo se ha puesto el campo

Como si no fuera de otro.

 

La vida puede ser minga

Y los campos uno solo

La vida puede ser minga

Siembra y cosecha de todos.

 

            

Ella deja los niños

Él los caballos

Bajo el molle que tanto

Los ha esperado.

 

Y en las noches la brisa

Les roba un canto.

No son dos, son un pueblo

Que está cantando.

 

Se puede escuchar en versión del autor-compositor

 Guillermo Federico Moreno , vivió durante 20 años en la provincia de Mendoza. Gremialista y embarcado en acciones culturales y sociales , dentro del cooperativismo y la mutualidad en 1963 publica este pequeño libro donde reúne  en 48 páginas los datos y antecedentes de Las Mingas en las distintas regiones de Argentina. Se puede leer en PDF descargable :

LAS MINGAS

En sus páginas está también  la poesía  que Antonio Esteban Agüero , poeta y escritor nacido en Piedra Blanca (San Luis) en 1917 y fallecido en 1970, tituló “Digo la minga”:

 

DIGO LA MINGA

El trabajo en la Minga se vuelve como fiesta, 
como reunión de gentes unidas por la danza; 
no la paga moneda de níquel ni banquero, 
sino perfume y gloria de dulce Democracia. 

Allí todos son hombres como en los viejos días 
de la tribu primera cuando todo era santo: 
la luz, el aire, el fuego, las cercanas estrellas, 
el rumor de los ríos, el verdor de los pastos. 

Hombres no más vistiendo los puros atributos: 
el corazón, las manos, la mente pensadora, 
y el sexo con las claras abejas susurrantes 
donde la sangre inicia su color de amapolas. 

Hombres no más, el Hombre que se siente el hermano 
del Hombre, de las cosas de la tierra y el cielo, 
de pie como los árboles que dan nidos y sombra, 
con la morena frente desnuda de alfabetos. 

Reunidos en la Minga cosechan los trigales 
siegan con hoz la avena, la cebada, la alfalfa, 
y entre los secos tallos, crujientes y amarillos, 
del maizal enumeran las mazorcas granadas. 

Si la pareja joven que nada nombra suyo, 
salvo el amor en doble susurro compartido, 
quiere enlazar sus cuerpos la Minga le construye 
el rancho donde pueda madurar su destino. 

Desde el adobe oscuro que es greda luminosa 
hasta la puerta firme de fragante algarrobo, 
desde el fogón al techo de pajas todavía 
calientes por los nidos de perdiz o chingolo. 

Si yo tengo en el Hombre la fe que tienen otros 
en ídolos de barro, de marfil o de piedra, 
será porque lo he visto conviviendo en la Minga, 
nimbado por extraña, misteriosa belleza. 

Yo era niño, recuerdo, con los jóvenes ojos 
hambrientos de colores; yo era niño, recuerdo, 
cuando asistí en los valles donde es dulce la roca 
a la Minga y su fiesta de trabajo y esfuerzo. 

Uno a uno con el alba llegaban los vecinos 
en caballos los hombres, las mujeres en asnos 
con los niños en ancas; por las lomas se oían 
las voces y la brisa que precede a los pájaros. 

Lento desfile de hombre subiendo con el día 
al sitio donde estaba la urgencia de su ayuda; 
consigo transportaban su pan o su merienda 
o el vino que transmite la emoción de las uvas. 

Nadie era el amo allí; todos eran obreros 
con la luz en el pecho del hombre solidario; 
nadie mordía el agrio rencor ni la amargura 
del que siente en el cuello dogal de proletario. 

De vez en vez el mate su círculo cerraba 
y la caña brindaba su beso estimulante, 
mientras la Obra iba creciendo entre las manos 
como crecen las frutas de cáscara brillante. 

Cuando la luz hería las venas del Poniente 
y en el oscuro pasto los grillos despertaban, 
bajo la noche nueva del tala o la morera 
guitarras esparcieron el polen de la Zamba… 

Antonio Esteban Agüero: Un hombre dice su pequeño país. En Antonio Esteban Agüero: Obras completas, Tomo II. Editorial Universitaria San Luis. San Luis (Argentina), 1996.

Para terminar con el tema en Rodero a 30 kilometros de Huamahuaca en Noviembre se realiza anualmente la Fiesta de la Minga y la Copla.